La inflación es un aumento extensivo de los precios de los bienes y servicios a través de un periodo determinado de tiempo; aunque se suele medir en el período de un año.
Los precios de los productos y servicios avalan que los recursos se compartan de manera eficaz para conseguir un balance del mercado y así, los recursos se pueden destinar de un modo eficiente. Aun así, que los precios aumenten es lo más frecuente, induciendo lo que se conoce como inflación.
Cuando se habla de dinero y el precio de bienes y servicios, la palabra “inflación” se utiliza con bastante regularidad. Pero pocos saben lo que realmente significa, lo que mide y cómo se calcula.
La alteración de precios puede ser de varios tipos; negativa o positiva; puede incluir todos los precios o solo algunos; y puede ser galopante o moderada. Revisemos las distintas maneras en que se conoce la inflación y sus derivados.
- Deflación: A modo muy general, la Deflación es la disminución de los precios; es decir, lo opuesto a la inflación.
- Desinflación: Es un descenso en la tasa de inflación, es decir, los precios suben pero menos que antes.
- Reflación: Es el intento de aumentar la inflación ante presiones deflacionarias, de la baja de los precios.
- Estanflación: Este fenómeno puede ocurrir en épocas de crisis económica y trae como consecuencia que se acreciente la inflación y el desempleo; al mismo tiempo que ocasiona un estancamiento del PIB.
- Inflación subyacente: Es un indicador de la inflación que hace visible la inestabilidad de los precios de consumo a corto plazo de una forma más exacta; puesto que esta ya que no incluye los precios energéticos sumamente inestables, así como tampoco los alimentos no procesados.
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Tipos de inflación según su magnitud
Asimismo, la inflación se designa de diversas maneras según el porcentaje de aumento:
Deflación
Muchas personas aceptan la inflación como un hecho de la vida. Sin embargo, en ciertas situaciones económicas, el fenómeno opuesto ocurre realmente, y se conoce como “deflación”.
La Deflación es la reducción de los precios de los bienes, y aunque la deflación puede parecer algo bueno cuando estás pagando tus productos, no lo es. Más bien, la deflación es un indicador de que las condiciones económicas se están deteriorando.
La deflación suele asociarse con un desempleo significativo, que sólo se corrige después de que los salarios disminuyen considerablemente. Además, los beneficios de las empresas caen significativamente durante los períodos de deflación; lo que hace más difícil recaudar capital adicional para expandir y desarrollar nuevas tecnologías.
La deflación es a menudo confundida con la desinflación. Si bien la deflación representa una disminución de los precios de los bienes y servicios en toda la economía, la desinflación representa una situación en la que la inflación aumenta a un ritmo más lento.
Aun así, la desinflación no suele preceder a un período de deflación. De hecho, la deflación es un fenómeno raro que no ocurre en el curso de un ciclo económico normal; y por lo tanto, los inversores deben reconocerlo como una señal de que algo está gravemente mal con el estado de la economía.
Inflación moderada
Se refiere a un aumento lento de los precios; en los cuales estos precios se mantienen relativamente estables, con aumentos que no llegan al 10% anual. Este tipo de inflación fuerte, o perniciosa, que suele ubicarse entre 3-10 por ciento al año, es perjudicial para la economía. Esto, porque aunque no nos demos cuenta, aviva el crecimiento económico demasiado rápido.
La inflación moderada ocasiona que la gente empiece a comprar más de lo que necesita, sólo para evitar los precios mucho más altos de mañana. Esto impulsa la demanda aún más, por lo que los proveedores no pueden mantenerse al día. Más importante aún, tampoco los salarios. Como resultado, los bienes y servicios comunes tienen un precio fuera del alcance de la mayoría de la gente.
Inflación galopante
Se produce cuando los niveles de inflación llegan a ser de entre dos a tres dígitos en el plazo de un año. En otras palabras, un producto puede triplicar su precio en apenas doce meses; ocasionando una pérdida enorme de poder adquisitivo. Este tipo de inflación suele ser incitado por grandes alteraciones económicas en un país.
Cuando la inflación sube a 10 por ciento o más, causa un estrago absoluto en la economía. El dinero pierde valor tan rápido que el negocio y los ingresos de los empleados no pueden mantenerse al día con los costos y los precios. Los inversionistas extranjeros evitan el país, privándolo del capital necesario. La economía se vuelve inestable y los líderes gubernamentales pierden credibilidad. La inflación galopante debe evitarse a toda costa.
Si los precios suben por tasas de inflación de doble o triple dígito, como 30% o 400% o 999% anual; entonces la situación se puede denominar inflación galopante.
Hiperinflación
Son aumentos de precios que se elevan a más del 1000% anual; ocasionando graves crisis económicas, puesto que el dinero termina valiendo realmente nada, mientras que el precio de los bienes y servicios se vuelve descomunal. En algunos casos, puede suceder que el valor del dinero consiga ser menor que el costo del papel en el que está impreso.
La hiperinflación se refiere a una situación en la que los precios suben a una alta tasa alarmante. Los precios suben tan rápido que se hace muy difícil medir su magnitud. Sin embargo, en términos cuantitativos, cuando los precios suben por encima del 1000% anual (tasa de inflación cuádruple o de cuatro dígitos), se denomina hiperinflación.
Durante el peor escenario de hiperinflación, el valor de la moneda nacional (dinero) de un país afectado se reduce casi a cero. El dinero de papel se vuelve inútil, y la gente comienza a negociar ya sea en oro y plata; o incluso a veces utilizan el antiguo sistema de trueque del comercio. Los dos peores ejemplos de hiperinflación registrados en la historia mundial son los experimentados por Hungría en el año 1946 y Zimbabwe durante 2004-2009 bajo el régimen de Robert Mugabe.